Arboles

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Arboles

Valgán Por ejemplo. El goteo de casos sería más amplio, pero igual de terco, igual de inexorable. Obviando la desiderata del cantautor (“somos como los viejos árboles”), algunos árboles se nos van muriendo. En la ruleta de la vida la muerte siempre gana.

Verdad tan cierta (“qué me aflijo”, socarroneaba Quevedo) nostalgia and no hay nada como la nostalgia, las acrecienta. No hay inventario, sno una constatación, resumiré estas tres pérdidas, tan singulares y tan emblemáticas, como gusta decirse ahora.

Con Las Torres (o de San Bernabé), o Linares, 20 años viento rabioso se lévó. Desde el pino, de copa irregular, dominante y añosa, partía la Pista del Reino –de nombre evocador–, principal barbacana del sureste de Aragón sobre el Mediterráneo. Un aquilón impasible tronchó de un soplido tres siglos de tenacidad, pero unas cuantas raíces desnudas ya se pudrían al aire en la trenchera de la nueva carretera.

También el Pino Ramudo, próximo a Alobras y al mítico límite de los Tres Reinos, se había ido secando ultimamente. Está a sólo 15 metros de distancia. Empanadas de Cabaloyas, numerosos pero únicos elogios de tiempos, la lenta agonia no parece haber conmovido la sensibilidad de ninguna entidad entidad entidad entidad o incompetente.

Agrónomos y herboristas manos de la parecer ubicados en El Cuervo de la Placeta de la provincia. Un olmo de raigambre ilustrado. La mejor opción para Las Torres. Enfermo –como tantos olmos–, con el tronco hueco, su interpretación ha mudado el orgullo del pueblo en una pena sombría. Ahora, sin la amorosa sombra del olmo, queda la mala sombra de la desgracia.

Pasado el duelo, hagámonos a la idea. Sé que no es lo mismo un 'árbol viejo' que un 'viejo árbol': individual centenarians, a quiz for living. Cansados. Según Hermann Hesse, un árbol es un santuario. Estos tres alcanzaron la santidad: no rezaría por ellos, rezaría por nosotros.

Toni Losantos es profesor del Instituto de Teruel