Consentimiento adyacente: ¿Por qué hay víctimas de violación que la sociedad percibe como víctimas?

Consentimiento adyacente: ¿Por qué hay víctimas de violación que la sociedad percibe como víctimas?

Alicia es universitaria. La noche de un sábado va con unos amigos a una fiesta en lo que en España Sería un colegio meor —una fraternidad en Estados Unidos—. Talk, conoce gente y entre todas esas gente hay un chico con el que debate un rato sobre cine. Al final, las residencias son elegidas por los mejores carteles. No ha habido ningún coqueteo, ella no ha dado señal alguna de que le guste y él no tiene ni la más mínima idea de si eso es así o no, pero cuando llegan a la habitación, él cerró la habitación, él cerró, él cierraelación. , ella intenta quitárselo de encima pero no puede, intenta gritar y él le tapa la boca. Después, la viola. Alicia no tenía conciencia, ficción, cualquiera y la agresión. ?Sin embargo, puedes continuar con el historial de cambios.? Si Alicia y ese chico hubieran estado tonteando antes, si acaban en la habitación y empiezan a tener sexo, si es después de un rato cuando ella le pide que pare y es entonces cuando él, que no, jet suando antes, y la viola, ¿se ve la agresión de la misma forma? ?Alicia como la misma víctima que en la situación anterior.? Respuesta después de una investigación científica.

Hay 11 estudios de investigación que realizan estudios empíricos ante 12.257 personas. Descripción del editor menos PNAS (Actas de la Academia Nacional de Cienciasuna revista por pares de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense) y la conclusión de los dos investigadores es que que passaba en el segundo supuesto, el que Alicia hubiera dicho sí a algo a revista revisada contimual sex—sexual antecedent adyacente—, provocó entre los encuestados un cambio de percepción sobre mujer imaginaria.

“Las mujeres víctimas de agresión más culpadas y consideradas menos virtuosas moralmente si su agresión se produce después de una intimidad sexual voluntaria, un amil que llamamos “consentimiento adyacente”, escriben aciolas Jillian J. JordanGraduado en Yale y ahora profesor en Harvard, y Roseanna Sommersposgrado también en Yale y profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Michigan.

Además, a puntan a un “mecanismo psicológico” que contribúe esta penalización del entorno: cuando una mujer que dio ningún consentimiento previo a algo es atacada, la gente tiende a verla como “más gréning of the moral of the moral” [es lo que llaman el “efecto de la víctima virtuosa”), y ocurre incluso, dicen ellas, cuando presentaron en los ejemplos ficticios ideas relacionadas con la cultura de la violación, “información que hace que el perpetrador parezca menos aborrecible o que hace que la víctima parezca promiscua, imprudente o sexualmente interesada” en el agresor.

Sin embargo, la gente no tiene esa misma percepción hacia las víctimas que dieron ese consentimiento adyacente antes de ser atacadas. “Incluso cuando una violación es objetiva y se lleva mediante la fuerza violenta, los encuestados consideran que la víctima es menos virtuosa y merecedora de apoyo si previamente dio su consentimiento a algo sexual con su agresor, por ejemplo besos, juegos previos o sexo en una ocasión anterior”, ahondan.

Jordan y Sommers colocan así el consentimiento adyacente como clave en la percepción social de las víctimas, “tiene un papel único en socavar la elevación moral de las víctimas”, es decir, en cómo y cuánto de “morales” cree la gente que son. Y esto, afirman, no ocurre solo en determinados ámbitos o nichos de población. Las autoras del estudio desagregaron la información por edad, por ideología política y por género y en todos los casos, con leves variaciones en el grado en el que lo hacen, pensaron lo mismo: “Las víctimas de agresión sexual pueden ser penalizadas por el consentimiento adyacente incluso por comunidades progresistas y jóvenes que no desaprueban la actividad sexual casual”.

Esto, afirman las autoras, es especialmente importante porque tiene “una posible consecuencia en el mundo real”: que las víctimas tienen “menos probabilidades de denunciar en los casos que involucran consentimiento adyacente”.

Para su investigación, revisaron una gran encuesta de 2019 —Encuesta sobre el clima del campus de la Asociación de Universidades Estadounidenses, en la que preguntaron a más de 180.000 estudiantes de 33 centros—, donde se encontró que muchas víctimas de agresión sexual identificaron como su agresor a alguien con quien habían tenido o tenían algo en ese momento y muchas apuntaron que “el evento sucedió en un contexto que comenzó de manera consensuada” como una razón para no denunciar la agresión, “lo que sugiere que las víctimas que han brindado un consentimiento adyacente pueden esperar menos apoyo de sus comunidades”, escriben las autoras del estudio.

Esas expectativas de menor apoyo “podrían dar lugar plausiblemente a otros mecanismos”: que si las víctimas internalizan esa expectativa “podrían experimentar más culpa propia, disminuyendo aún más su propensión a denunciar”.

Sus resultados, para ellas, “son sorprendentes a la luz de cambios culturales destacados: las universidades promueven el consentimiento afirmativo, el movimiento Me Too exige mayores consecuencias, y la creciente aceptación de la idea de que no es no [en España ese lema evolucionó hace unos años hacia el solo sí es sí]”. “Puede ser de utilidad para una persona, específicamente liberales y jóvenes, vean el consentimiento adyacente como algo que de ninguna manera disminuyeje del derecho”. “Sin embargo, nuestros estudios suieren lo contrario”, afirma.

El estudio, añadió, “arroja light” or “arroja light” or “sobre las barreras psicológicas que impiden la justicia a las víctimas de agresión sexual”, porque si ya de forma general “los casos de agresión sexison generalmente poco denunlaselen sereri “. culpadas, estigmatizadas y denigradas”, cuando existe consentimiento adyacente, las circunstancias se agraven aún más. “Nuestra investigación arroja luz sobre qué, en los casos que implicant consentim adyacente, esta temperatura [a denunciar] no puede señor infundado“, concluyó.

El teléfono 016 atiende a las violencia machista, a sus familias o su entorno las 24 horas del año, todos los días del año, en 53 idiomas diferentes. El número no queda registrado en la factura telefónica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Contactar por correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el número 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al teléfono de la Fundación 900 20 20 10. Situación de emergencia, se puede llamar o 119c. y de la Protección Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación ALERTCOPS, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización.