Benito Torreiro Sío, profesor jubilado, fue víctima de un violento crimen. Tras ser golpeado de forma reiterada en la cabeza con una bola decorativa de mármol, causándole una de esas acometidas hundimiento craneal, recibió 21 cuchilladas. Una parte de la punta del arma quedó incrustada en su cabeza.
Su capacidad para defenderse fue nula casi desde el principio. Pero ni la alevosía ni el ensañamiento característicos del delito de asesinato serán objeto de debate por parte de los nueve miembros del tribunal popular que emitirán el veredicto. Fruto del acuerdo previo que existía entre las partes, que no se pudo formalizar con una conformidad al uso dada la gravedad de las penas en juego que obligan a practicar la prueba en el juicio, la Fiscalía mantuvo este lunes su calificación de homicidio, a la que se adhirieron las acusaciones particulares tras retirar la acusación de asesinato y con la que ya estaba conforme la defensa.
El fiscal, en su alegato final, se extendió precisamente en argumentar que, a su juicio, en este caso no concurren ni la alevosía ni el ensañamiento. “Este señor no es John Rambo ni un boina verde”, dijo en referencia al joven monfortino David Macía Castro. “Es una persona normal que no sabe matar y un individuo que no sabe matar necesita causar todo tipo de golpes”, añadió, indicando que la reiteración de acometimientos del autor confeso se debió también a que la víctima “se seguía moviendo” . “Su intención era matar, no ensañarse”, resumió.
Tras las cuatro jornadas celebradas la pasada semana, el juicio de este crimen ocurrido en plenas fechas navideñas de 2021 concluyó hoy con las conclusiones y los informes finales de las partes. Eliminado el asesinato que inicialmente solicitaban las acusaciones particulares, la única petición que hay sobre la mesa es la del homicidio, lo que, por tanto, no deja lugar a dudas sobre lo que decidirán los nueve ciudadanos que conforman el jurado popular cuando el próximo lunes 14 de octubre, una vez se les entregue el objeto del veredicto, se retiren a deliberar.
Cuando se emita este dictamen, será el magistrado-presidente quien dictará sentencia. Tras las modificaciones introducidas ayer, todas las partes coinciden en pedir 11 años y 6 meses de prisión: 10 años y medio por el homicidio y un año más por delito continuado de estafa en concurso con otro leve de hurto, esto último porque, tras acabar con la vida del profesor, el acusado realizó una espiral imparable de compras y disposiciones con sus tarjetas de crédito que sumaron casi 18.000 euros.
El fiscal, en su informe, enumeró el aluvión de pruebas contra David Macía: una huella dactilar suya en una de las bolas decorativas con las que atacó al profesor, su ADN en el cuchillo con el que lo remató, las pisadas ensangrentadas de sus Adidas Stan Smith junto a la víctima, más huellas y su perfil genético en otras evidencias del escenario del crimen –vasos o colillas– o el hecho de que, cuando fue detenido, tuviese en su poder la documentación personal, las tarjetas de crédito, las llaves o el teléfono móvil del fallecido.
Natural de Monforte de Lemos, el hecho de que estuviese en Vigo en esas fechas –se alojó en un hotel– o que la geolocalización lo ubicase en la zona del piso del sexagenario completan la carga probatoria existente, que también fue expuesta por los abogados de la acusación particular, destacando uno de los ellos la “brutalidad” del ataque sufrido por Benito Torreiro.
No hay “maldad de lujo”
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Algo en lo que se extendió el Ministerio Público fue en argumentar que, a su entender, estamos ante un homicidio y no un asesinato al no haber “pruebas” para acreditar esta última figura delictiva. “La jurisprudencia del Tribunal Supremo deja claro que la reiteración de golpes no implica necesariamente ensañamiento; el ensañamiento es causar deliberada e inhumanamente un mal que no es necesario; pero aquí no hay esa ‘maldad de lujo”, expuso.
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Frente a formas de tortura que describió a los jurados, a juicio del fiscal la única intención del joven monfortino era matar al sexagenario. Tampoco ve alevosía, si bien en este punto el magistrado-presidente le instó a abreviar ya que ninguna de estas agravantes se han introducido en las calificaciones finales y, por tanto, no deberán ser valoradas por el jurado. En todo caso, la Fiscalía finalizó reiterando que el acusado confesó y pagó casi 40.000 euros de indemnización a los hermanos del fallecido. “No es normal que una persona que ha hecho esto afloje”, concluyó.
¿Por qué lo mató? El joven oculta el motivo pero la acusación aventura un móvil económico
David Macía guardó silencio tras ser detenido. También en sus primeras declaraciones judiciales. Fue avanzada la instrucción, cuando las pruebas se agolpaban en su contra, cuando por fin admitió el crimen. Pero fue una confesión sucinta, igual que la que ha hecho en el juicio.
Cuando un miembro del jurado popular le preguntó el motivo por el que acabó con la vida de Benito Torreiro, profesor jubilado de educación infantil de 69 años muy querido por todos quienes lo conocían, no lo concretó. “No sé por qué lo maté”, contestó la semana pasada.
Hoy ha declinado hacer uso de su derecho a la última palabra antes de la conclusión del juicio. Tampoco su abogado se adentró en los motivos del crimen. En su informe final se limitó a señalar que su cliente cometió un delito de homicidio y otro de estafa y que, como plantean las acusaciones, concurriría la circunstancia atenuante de reparación del daño porque el joven “ya indemnizó” a las víctimas.
El fiscal, en su alegato, aventuró que el móvil sería “económico”. Más allá de la evidencia de que el acusado dilapidó los ahorros de la víctima en restaurantes, comercios, hoteles o comprando coches, expuso que el crimen pudo haberse desencadenado tras una discusión entre el joven y el profesor porque David ya había empezado a hacer cargos con sus tarjetas antes del homicidio.
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