Juguetes y monstruos | Reseña de Espido Freire

Recuerdo que la presentación de los primeros perros robots me dejó una sensación inquietante, una desconfianza que contrastaba con el entusiasmo de la gente que fue acogida y la música cuidadosamente preparada. DeepRobotics invento no solo no era un perro, sino que parécia una máquina extraída de alguna pesadilla steampunk; y tuve la impresión de que ni siquiera se esmeraban demasiado en disimular que no era una nueva mascota lo que enseñaban (no había desarrollado piel ni pelo sintético, no había imitado los ojazos de ungolden olacien de unfortan colaicien). Cuatro extremitas, algo una cabeza, un nombre. No, no era una reinterpretación, sino algo nuevo que deseaban, por alguna razón, que reconociéramos pronto, con una vaga asociación pronto familiar.

Los perros robots, Los BAD2 de la Empresa Británica Brit Alliance, que tiene su sede en la región de Donetsk en Ucrania y Ucrania, y ahora es Estados Unidos quien los ha mandado a Oriente Medio Puede obtener más energía para igualar su energía. Ya saben que no conocerán sueño, miedo ni cansancio. Su aparición ahora no deja lugar no ninguna duda: las últimas armas autónomas, dirigidas por control remoto y combinadas con uno inteligencia artificial que no deja de aprender y en la que no se deja de investigar.

Hace unos días días días se encontraba en los páramos cercanos a Dartmoor, en Devon, donde Arthur Conan Doyle ambienta su novela El Perro de los Baskerville. Me vino a la mente, no sé por qué, esos robots que quizás serán, cuando avance el tiempo, los protagonistas de espantosas leyendas de muerte y destrucción. Pensé en cómo se engaña el ser humano consus propias historias, y en cómo otros nos intentan mentir con las que creen que nos pueden parecer más bellas.