Los ecos de la crisis de 2021 en la cadena de suministro mundial vuelven a escucharse, aunque todavía no se noten sus efectos. No hay mayor termómetro del estado del comercio internacional que lo que cuesta transportar un contenedor de 40 pies: a nivel general, se sitúa en los 3.349 dólares, el 136% por encima de los niveles registrados en 2019, según el índice compuesto de Drewry. La mezcla de conflictos geopolíticos y cambio climático a ambos lados del mapa ha impulsado el precio de los fletes marítimos al alza, y con él aumenta la amenaza de vivir una Navidad más cara.
Las alertas saltaron a mediados de julio, cuando transportar un contenedor llegó a costar 5.937 dólares. Es el valor más alto desde el máximo histórico alcanzado en 2022, fecha en la que se superaron los 14.000. Para evitar problemas en fechas navideñas, las empresas adelantaron sus pedidos al verano, y las navieras, aprovechando el interés, dispararon los precios del transporte marítimo de mercancías. El resultado de esa subida del coste impactará más tarde, al igual que ocurrió hace pocos meses: “En junio hubo un pico de subida de los precios de los fletes, cuando se repercutieron por la guerra de Gaza que había empezado a finales de 2023”, explica la directora de la consultora de logística Experts for Experts, María Salcedo. Sucedió algo similar hace dos años, cuando la crisis en la cadena de suministros, mezclada con la inflación y los precios de la luz disparados, encareció los artículos navideños.
“Los productos ya son ahora más caros a causa del incremento del transporte marítimo y el coste de los que están ahora en tránsito continuará aumentando”, señala el secretario general de Transprime, Jordi Espín. Como muestra más concreta de las próximas subidas de precios, basta decir que la ruta entre Shanghái (China) y Róterdam (Países Bajos), la conexión más utilizada para importar productos de Navidad a Europa, ronda los 3.591 dólares después de superar los 7.429 dólares en julio. En un año, esta ruta se ha encarecido el 329%.
Zona intransitable
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Cerca del 30% del comercio marítimo mundial y del 40% entre Asia y Europa transita por el mar Rojo, pero desde hace un año los barcos se exponen a los ataques de grupos de insurgentes hutíes yemeníes. La alternativa para no quedarse sin mercancías es dar la vuelta por el cabo de Buena Esperanza, en el extremo sur de África, un viaje que añade 10 días más de navegación, incrementa los costes y acumula retrasos en los plazos de entrega.
Lejos de arreglarse el problema, el pasado julio los hutíes volvieron a atacar buques que se habían aventurado a recortar su ruta por el mar Rojo y podían tener relación con Israel. Al mismo tiempo, optar por la habitual conexión que cruza el canal de Suez supone “que se disparen los costes de las primas de seguros para los navíos que se atreven a hacer este recorrido”, expone la mánager de Ocean Capital Partners, Marta Melcón, en su informe Inestabilidad geopolítica e impacto en los puertos españoles.
Sequía y huelgas
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Al otro lado del Atlántico, el canal de Panamá sufrió una grave sequía durante un año que le obligó a reducir el tráfico de barcos que lo atravesaban, ocasionando a su vez un atasco sin precedentes de más de 100 buques en espera. Por aquí transita el 57,5% de las mercancías que viajan desde Asia hasta la costa este de EEUU.
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Pero eso no es todo: la Navidad todavía puede encarecerse aún más debido a la huelga de transportistas convocada en España a partir de este mes de octubre. Si cumplen lo prometido, los sindicatos aspiran a impactar tanto en los productos del famoso Black Friday como en los días clave para comprar los regalos de las próximas fiestas.
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