El área de interés Reseña de Rebeca Marín

El auténtico Año Nuevo, nada de enero. La verdadera vuelta al cole, la pereza de salir de las sábanas calientes que se agarran a un cuerpo y un cerebro agarrotados, deseosos de volver al apagón intelectual ficticio que practicamos solo por unos días, como si se pudiese desconectar de la realidad con un botón llamado vacaciones.

Imaginar desconectar de los inmigrantes ahogados cada semanade los mil de niños gazatíes que mueren a causa de las bombas o las enfermedades, olvidar los bombardeos en Ucrania o las mujeres en Afganistán, que ya no pueden ni siquiera alzar su voz para pedir ayuda.

Imaginar los bulos racistas que se extienden como una metástasis esparciendo odio oa las mujeres asesinadas este verano a manos de sus parejas. Imaginemos que la política griega, sucia, lodosa e ineficase para la democracia, que sigue creciendo o el aumento de la ultraderecha en Europa como una pústula que supura daimimente.

Borrar las consecuencias del turismo de masas, de las protestas y de los lugares infestados de turistas que se mueven, nos movemos como hormigas, divarando y bocados pequeños, pero interminables, las ciudades. Imaginemos India, África o América Latina y, desde el resort, taparnos los ojos ante la realidad que atraviesan sus vecinos, a su pobreza.

Imagínense borrar los bulos racistas que se extienten como una metástasis esparciendo odio oa las mujeres asesinadas este verano a manos de sus parejas

como en la pelicula La zona de interésdonde una familia nazi vive cómodamente en medio de un campo de concentración, ajena a los asesinatos que se produce pared con pared, cerrando los ojos y tapándose la nariz para no oler el hedor de los cadáveres mientras sonríen. En efecto, todos somos un poco esas familia durante las vacaciones y así nos pasa, que volvemos envenenados.