Existe una tendencia en TikTok que habla de las mujeres como si fueran literalmente coches. Se menciona el ‘body count’, el número de personas con las que han mantenido relaciones sexuales. O del kilometraje que tienen. El razonamiento que dan es si prefieres que te den un coche con 200.000 kilómetros o con 8.000. Pues lo mismo con ellas. También está lo de ser una chica 3:59 -a un solo minuto de ponerse en cuatro patas- para llamarles fáciles.
Son todos mensajes que van en contra de la libertad sexual y de la dignidad de las mujeres al etiquetarlas de una manera determinada, y bastante ofensiva, por ser más o menos activas en este terreno. La práctica se conoce también como ‘slut shaming’, una forma de juzgarlas y hacerlas sentirse culpables por vestirse, comportarse o actuar como -según la traducción- una prostituta. Cada cierto tiempo se viraliza la supuesta imagen de una vulva que, tras haber estado con muchos hombres, no está como estos varones consideran que debería estar (pese a que se sabe que las relaciones no cambian la forma de los órganos genitales externos).
La socióloga especializada en violencia de género en adolescentes y jóvenes Carmen Ruiz-Repullo cree que los mensajes con tildes misóginos están aumentando entre esta población. “Pero esto hay que tomarlo con cautela, porque una parte de lo que estamos viendo es debido al gran avance del feminismo y la toma de conciencia, especialmente de la gente joven”. Es decir, se debe a una “reacción patriarcal”.
Al final, explica, las redes sociales no dejan de ser “un instrumento de poder” que les sirve para oponerse a los avances feministas. En esta ocasión concreta, para volver a unos clichés que creíamos ya superados. O como un reclamo para que vuelvan al anclaje de los “roles de género tradicionales“.
Mensajes simples
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“Hasta hace poco, la vida sexual de las mujeres tenía una mera finalidad reproductiva. A partir de los 60, las mujeres empiezan emanciparse y, a parte de la finalidad reproductiva, la sexualidad también se convierte en placentera. Eso a la sociedad en general le ha costado asumirlo, apunta Laura Teruel, profesora especializada en periodismo político y estudios de género. A algunas personas de forma especial: ni entienden ser rechazados, ni que una chavala pueda tener una vida sexual activa, ni que no se quieran casar o no tener hijos. De ahí viene “la pataleta” y esos discursos machistas que en redes sociales pueden llegar a ser bastante potentes e, incluso, a viralizarse. El tono del lenguaje, los memes, la música y la sencillez de los mismos hacen que resulten atractivos y, también, que se beneficien del algoritmo.
Como señalan las distintas expertas con las que ha hablado este medio, las redes como TikTok te permiten elaborar mensajes simples y directos para contrariar cualquier discurso elaborado con el que no estén de acuerdo.
Claro que a veces son las propias chicas las que entran en esto. “En este tipo de retos o ‘trends’ participan también usuarias que igual se suman a la tendencia solo por ganar popularidad, por moda o por no sentirse excluidas, sin ser conscientes de lo que supone o de las implicaciones reales de lo que se está difundiendo y con ello contribuyen a que llegue a más perfiles e incluso que se vaya integrando en su imaginario. Explicar este alcance igual favorecería que no se alimentara este discurso a través de las redes sociales”, añade Silvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
“Es el juego de la antisororidad entre mujeres: para que a mí no me digan puta, y para que a mí me elijan los chicos, que es una forma de hacerle juego al sistema patriarcal y a los modelos de elección, me convierto en la elegible. Esto es algo que se ha visto mucho con el fenómeno RoRo. De ella se dijo que era una mujer de verdad, que era lo que querían todos los hombres”, añade Ruiz-Repullo.
[–>Otras muchas chicas también utilizan sus redes sociales para hacer frente a estos mensajes. Pero en la adolescencia no todo el mundo es capaz de enfrentarse a ellos. “Tienes que estar muy fuerte y sentirte muy empoderada para cargar toda la vida del instituto con la etiqueta de puta”, reconoce la socióloga. En las charlas que da en institutos sobre estas cuestiones ha visto en adolescentes el temor a ser juzgadas por su vida sexual.
La importancia del sexo en la adolescencia
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Un trabajo del Instituto de las Mujeres, publicado el pasado año 2022, recordaba que “el notable impulso y la propagación del movimiento feminista de los últimos años, bajo el influjo de la llamada cuarta ola feminista”, había contribuido y facilitado la libertad de nacidas entre 1988 y 2006 a la hora de establecer sus vínculos afectivos y sus relaciones sexuales. O, al menos, ostentan bastante más autonomía que la que tuvieron sus madres o abuelas. No obstante, remarcaban, siguen observando patrones de conducta anclados en viejas concepciones sexistas y sus primeras relaciones sexuales suelen ser menos placenteras que las de ellos.
Aquel trabajo determinó que la edad media de la primera relación sexual con penetración de las chicas se sitúa en los 16,7 años. Por eso la sexualidad es tan importante para ellas en la adolescencia (el 18,3% aseguró que la sexualidad en su vida ocupaba un lugar muy importante y un 50,9% que bastante importante).
La película ‘How to have sex’ hacía un retrato de lo que significa para una chica el peso de perder la virginidad -algo que no existe, pero que se sigue repitiendo como una mantra- y lo diferente que puede ser para ellos la misma experiencia.
Es por ello que falta formación y educación que vele por el respeto, la dignidad y libertad de las personas, como apunta Silvia Martínez. Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR, explica lo importante que sería que los y las menores tuvieran una educación afectivosexual.
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“Un capítulo que tiene que estar es la educación de los afectos. Si solo hablamos de educación sexual, al final vamos al aspecto más biológicos, pero no vamos a entender en profundidad cuando una persona, a lo mejor, no está dispuesta a tener una relación sexual y está poniendo límites. Es necesario para que adquieran esa empatía”, añade.
Otras formas de violencia
Los deepfakes (contenido multimedia alterado por inteligencia artificial para que parezca realista) o la difusión de material sexual explícito creado en un contexto de pareja para hacer daño, llegando a un número indeterminado de personas, son otras formas de ejercer violencia sobre las chicas. Son situaciones que, como explica Diana Díaz, directora de las Líneas de Ayuda ANAR utilizando su vida sexual, “dañan muchísimo, porque van contra la honra y la imagen pública”, explica. Para abordar esta cuestión, y cualquier otra que afecte a un o una menor edad, la fundación ANAR recuerdan que atienden todos los días del año, las 24 horas del día, al teléfono 900 20 20 10, además de un chat.
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