No hace tanto, las calles estaban atestadas de clínicas de estética y belleza. El sector vivió una década de esplendor y generó un ambiente de optimismo entre quienes querían emprender y ganar dinero de manera fácil. O eso pensaban. En el último año se han encadenado dos concursos de acreedores de marcas muy extendidas en España, como eran Centros Único y Centros Ideal, que, de un día para otro, sorprendieron a sus clientes con la bajada de persiana de sus establecimientos sin previo aviso. Miles de usuarios tienen pendientes deudas con estas compañías por haber dejado sus tratamientos a medias, algo similar a lo ocurrido en 2017 con las clínicas de Hedonai. ¿Ha explotado la burbuja de los centros de estética?
En los últimos 10 años, los negocios que ofertaban servicios de estética y belleza, como la depilación, se duplicaron en España impulsados por la cada vez mayor importancia que se le da al físico. Y dentro de este período temporal, la pandemia fue su momento de gloria. “El sector experimentó un crecimiento muy alto, pero muy desordenado, porque daba la sensación de ser un negocio ‘fácil'”, señala el profesor de la EAE Business School, Josep Bertrán. Los centros de estética aumentaron su facturación un 28% hasta los 925 millones de euros en 2022, según los datos recopilados por el Observatorio Sectorial DBK de Informa. El afán de beneficios atrajo a personas que iniciaron la andadura de su empresa sin tener ni siquiera un plan financiero a mano, aunque todos ellos seguían el mismo patrón: hacer uso de publicidad muy agresiva y precios bajos para competir que no cubrían los costes. Precisamente por sus anuncios, Pelostop fue denunciada ante el Ministerio de Consumo por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) por incumplir sus compromisos. Uno de ellos, publicado en su cuenta de Facebook, prometía “sesiones ilimitadas a precio cerrado (…) hasta que no te quede ni un pelo”.
A estos factores se añade la falta de regulación en torno a este sector. El auge que vivían estas clínicas llevaron a muchas empresas a mezclar productos, como la depilación con la inyección de bótox, entre otros. “El requisito no estaba claro para la contratación de trabajadores y no hay tantos profesionales para respaldar el crecimiento tan alto de estos negocios”, expone Bertrán. Muchos de los empleados de las clínicas de estética que afloraron en los últimos años con estas características contaban con formación de servicios ligados a la estética, pero no a la medicina.
El fracaso de muchas de estas compañías contrasta con el auge de la medicina estética, un mercado que se multiplicó por dos entre 2019 y 2021 en España y que creció un 15% en 2022 hasta unos ingresos de 4.025 millones de euros. Las videollamadas y las redes sociales impulsaron la apertura de un 20% más de clínicas de este sector desde 2019 para cubrir la demanda cada vez más creciente de sus servicios.
Clientes con tratamientos a medias
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Sus modelos de negocio colapsaron con la acumulación de deudas, al igual que ocurrió con ciertas clínicas dentales, como Dentix o Vivanta. El primer caso fue Hedonai, que abrió sus puertas en 1985 y llegó tener hasta 36 establecimientos abiertos. El fondo de capital privado Sherpa salvó en 2017 de la quiebra a la empresa por 20 millones de euros y el pago de las nóminas de los más de 270 trabajadores, pero la firma entró en concurso de acreedores a comienzos de julio de este año pese a sus esfuerzos por salir adelante.
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Al igual que su competidor, Centros Ideal comunicó el cierre de sus centros a finales de diciembre de 2023 y despidió a una plantilla cercana a los 1.500 empleados que trabajaban en un centenar de centros repartidos por toda España. Y Centros Único, controlada en un 70% por sus fundadores Azucena Rubio y Jorge Cabrero desde su nacimiento en 2011 y participada por el fondo Oquendo Capital, entró en concurso de acreedores hace un mes tras incumplir el plan de negocio acordado con la banca el pasado mes de febrero. La empresa, presente en España, Portugal, Reino Unido, Italia, Alemania, Suiza y México a través de sus 156 centros, llegó a despertar el interés de la firma de capital riesgo HIG Europe, que adquirió la firma en 2015. Solo Pelostop se salva de seguir el mismo camino. En su caso, el fondo de capital riesgo británico Three Hills invirtió en 2016 en la matriz, Grupostop, y aumentó su participación hasta el 40% hace un año.
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