Los huracanes causan graves destrozos todos los años en el planeta, junto a su todavía peor secuela de víctimas mortales. Su capacidad para provocar daños depende de su entorno, de las condiciones de temperatura del océano, los vientos dominantes y la humedad atmosférica. Dado que uno de estos factores (el calentamiento) está cambiando aceleradamente, la intensidad y violencia de los huracanes aumentará claramente a partir de ahora. De hecho, ya está sucediendo.
Un estudio publicado en Earth’s Future y dirigido por científicos del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (EEUU) revela que las condiciones costeras han cambiado desde 1979, lo que ha provocado que los huracanes cercanos a la costa de todo el mundo se intensifiquen cada vez más. Es más, los últimos pronósticos sugieren que este ritmo seguirá aumentando si se mantienen las tendencias actuales de calentamiento.
Son ya muchas las investigaciones realizadas para documentar cómo están cambiando los huracanes en un mundo más cálido. Investigaciones anteriores han demostrado que estas tormentas pueden volverse más húmedas, amenazando con aumentar el riesgo de inundaciones. Otros trabajos sugieren que pueden azotar con más frecuencia en algunas zonas y que su intensidad puede alcanzar su punto máximo más cerca de la costa, lo que supone un riesgo adicional para el 40% de la población mundial que vive a menos de 100 kilómetros de la costa, según las Naciones Unidas.
Cada vez más intensos desde 1979
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Sin embargo, hasta ahora nadie había documentado si los huracanes costeros se están intensificando más rápidamente a escala mundial. Y, efectivamente, así es, según han descubierto los miembros de este equipo. Analizando datos anteriores, los autores del nuevo trabajo descubrieron que el ritmo medio de intensificación de estas tormentas durante el periodo comprendido entre 1979 y 2000 fue de 0,37 nudos cada seis horas. Ese ritmo se aceleró en el periodo comprendido entre 2000 y 2020, en el que la tasa media de intensificación pasó a ser de 1,15 nudos cada seis horas. Es decir, se ha multiplicado por más de 3 desde 1979.
En las dos décadas anteriores al año 2000, por término medio, un huracán podría haber comenzado con una cierta intensidad y haber aumentado su fuerza en aproximadamente 1,5 nudos en el transcurso de un día. Después del año 2000, un huracán medio podía comenzar con la misma intensidad y fortalecerse unos 4,5 nudos durante el mismo periodo de 24 horas.
Otra de las novedades que aporta la investigación es que resulta probable que esta tendencia mundial se acentúe con el cambio climático en curso. Gran parte de la investigación sobre huracanes se centra en observaciones históricas, examinando registros pasados para investigar posibles tendencias en la intensificación de los huracanes.
Sobre todo en zonas costeras
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En el nuevo trabajo, la modelización climática revela cómo podrían evolucionar los huracanes en las próximas décadas. Según el nuevo trabajo, es probable que los huracanes se intensifiquen más rápidamente en casi todas las costas de las masas continentales del mundo a medida que éste se caliente.
“No estamos hablando de una intensificación en medio del océano”, afirma el autor principal y científico del clima, Karthik Balaguru. “Estamos hablando de que ocurre justo en la línea de costa, donde más importa”. Aunque el cambio es exclusivo del medio costero, las islas podrían correr el mismo riesgo, añadió Balaguru, porque el mismo aumento de la intensificación podría desarrollarse cerca de Filipinas y Madagascar.
Los autores del nuevo trabajo señalan el aumento de la humedad y el debilitamiento de la cizalladura del viento como los principales factores que contribuyen al aumento de la tasa de intensificación, pero será este último el que desempeñará un papel especialmente importante en el futuro.
¿Qué es la cizalladura del viento?
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La cizalladura del viento se refiere a los cambios de velocidad y dirección del viento en diferentes altitudes de la atmósfera terrestre. Para comprenderlo, basta imaginarse viajando en línea recta desde la superficie del planeta como si estuviera en un ascensor. Los vientos no serían uniformes a medida que se desplaza a través de las capas atmosféricas: podría encontrarse con potentes ráfagas en una capa y, tal vez, con vientos más débiles que se mueven en otra dirección unos kilómetros más arriba.
La cizalladura vertical del viento tiene una gran influencia en la fuerza de un huracán. Si es lo suficientemente fuerte, la cizalladura del viento puede robar humedad del núcleo de la tormenta, minando su potencia. Si es demasiado débil, los huracanes se intensifican.
El equipo de Balaguru descubrió que es probable que la cizalladura del viento se debilite en gran parte del planeta, especialmente cerca de las regiones costeras del hemisferio norte, en un clima más cálido. Es probable que haya múltiples factores en juego.
El calor transferido desde la superficie del océano subtropical al aire superior altera los patrones de circulación atmosférica, lo que en última instancia debilita la cizalladura del viento en las costas de Estados Unidos. En el noreste de Asia, el calentamiento de los niveles superiores de la atmósfera terrestre es el principal factor de debilitamiento de la cizalladura del viento. Investigaciones anteriores han demostrado que los niveles superiores de la atmósfera terrestre se están calentando más rápidamente que la superficie del planeta.
“Este trabajo tiene profundas implicaciones para los habitantes de la costa, así como para los meteorólogos y los responsables de la toma de decisiones”, afirma Ruby Leung, coautora y científica de la Tierra.
Los huracanes que tocan tierra van camino de hacerse más fuertes y, por tanto, más destructivos
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“Las crecientes tasas de intensificación que hemos observado podrían significar que los huracanes que tocan tierra van camino de hacerse más fuertes y, por tanto, más destructivos. Es importante que entendamos cómo podrían cambiar los riesgos que plantean estas tormentas a medida que cambia nuestro clima”, añadió.
Los autores señalan que el aumento de las tasas de intensificación no es completamente uniforme en todo el planeta. A lo largo de la costa occidental de México, por ejemplo, los datos no indican que los huracanes se estén intensificando tan rápido.
Además de señalar las muchas formas en que el calentamiento global podría influir en los fenómenos meteorológicos extremos de este siglo, Balaguru dirigió recientemente otro equipo que descubrió un sorprendente vínculo entre los huracanes y otra forma de peligro natural: los incendios forestales.
Ciclones e incendios forestales
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En un trabajo publicado a principios de este año, Balaguru y sus coautores descubrieron que los huracanes originados en el océano Pacífico oriental podrían influir en el clima de los incendios forestales del suroeste de Estados Unidos.
Los huracanes del Pacífico Oriental no suelen tocar tierra con frecuencia. Sus trayectorias suelen permanecer en aguas oceánicas. Entre septiembre y octubre, sin embargo, es más probable que las tormentas incumplan esa tendencia.
El huracán Hilary, por ejemplo, se formó en el Pacífico oriental y pronto tocó tierra en el oeste de la península de Baja California, lo que llevó al Centro Nacional de Huracanes a emitir su primera alerta de tormenta tropical para el sur de California.
El equipo de Balaguru descubrió que los huracanes del Pacífico oriental podrían reducir el riesgo de incendios forestales en el suroeste de EE.UU. al provocar precipitaciones y aumentar la cantidad de humedad tanto en el suelo como en la atmósfera. De hecho, los investigadores observaron menos incendios forestales en los periodos posteriores a la llegada de las tormentas.
Pero las proyecciones de los modelos climáticos del equipo sugieren que esta actividad ciclónica podría disminuir en el Pacífico oriental en las próximas décadas, debido también al calentamiento global. Sin su aporte de humedad a la región, ya de por sí propensa a los incendios, es posible que éstos se declaren con mayor frecuencia.
Sin embargo, afirman los científicos, es necesario seguir trabajando para comprender la relación completa entre ambos fenómenos. La humedad aportada por los huracanes del Pacífico oriental también podría alimentar el crecimiento de la vegetación en el suroeste de EE.UU., por ejemplo, añadiendo combustible para futuros incendios.
Estudio de referencia: https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1029/2023EF004230
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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es
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