¿El futuro es el coche eléctrico? Sí. ¿Vamos camino de conseguirlo en breve? No. Vamos, casi es un “ni está, ni se le espera”. Las prisas, marcadas por la agenda política escudada tras el argumento medioambiental, está a punto de hacer saltar por los aires la pretendida cruzada por la eliminación de las emisiones. Argumentada políticamente desde Bruselas, pero adulterada en su ejecución, la implantación definitiva del coche eléctrico va para largo, en Europa y más especialmente en España.
Durante las últimas semanas se han sucedido las informaciones relacionadas con frenazos y marcha atrás de los fabricantes de automóviles que ven como la apuesta por la electrificación está siendo de muy bajo voltaje por parte del consumidor. Recortes de plantilla, ralentización de las inversiones, cierres de fábricas, aranceles a los coches eléctricos chinos, retrasos en las fábricas de baterías… todo son noticias que afectan directamente a un peligroso desplome industrial (y social) del coche eléctrico.
Dónde estamos
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Si radiografiamos estadísticamente el mercado, el pasado mes de agosto las ventas de coches eléctricos en España representaron un pírrico 5,15% del mercado. Ojo, que ‘eléctrico’ no es lo mismo que ‘electrificado’. Es cierto que los electrificados (eléctricos más híbridos enchufables, con su motor de combustión asociado) superaron al mercado diésel, pero no nos engañemos, hablamos de eléctricos puros y esos son los que no tiran. En lo que va de año el tema es peor, porque la cifra acumulada es del 4,7%. Con estas credenciales es muy difícil decir que el futuro es el coche eléctrico, porque ese futuro está a años luz. La media europea está en el 12% del mercado (la misma que 2022).
En 2023 se matricularon en Europa 1,5 millones de coches eléctricos, 62.843 de ellos en España (un 30% más que en 2022). La media continental se fijó en el 14,6% mientras que en España solo fue del 5,4%, cifra que contrasta con el 82,4% de Noruega o el 18,2% de Portugal. Hay que tener en cuenta que en España se producen 157.773 vehículos eléctricos. Con estas cifras es lógico pensar que la evolución del coche eléctrico está aún en sus albores, lejos de un camino rápido como se preveía desde Bruselas. El objetivo es 2035, una espada de Damocles para los fabricantes, las administraciones locales y para el consumidor. Porque no llegamos.
Las normativas
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La legislación europea ha puesto entre la espada y la pared a fabricantes y consumidores. Con el 2035 a la vuelta de la esquina y la prohibición de venta de vehículos de combustión, la carrera del coche eléctrico puede acabar en desastre. Luca de Meo, CEO de Renault y presidente de la asociación de fabricantes europeos (Acea) advierte que “según nuestros cálculos, si los coches eléctricos se mantienen en los niveles actuales, la industria europea podría tener que pagar 15.000 millones de euros en multas o renunciar a la producción de más de 2,5 millones de unidades”. Y es que para cumplir las normas de emisiones de CO2, calculadas de media para todos los coches vendidos, por cada cuatro coches de combustión se tiene que vender un eléctrico. Y, claro, no se venden.
La millonaria inversión de los fabricantes de coches (que sí han hecho los deberes) provocada por las prohibiciones medioambientales, no han servido para levantar la demanda. Al contrario, han creado una ‘burbuja del coche eléctrico’ que está a punto de estallar. Porque en ese camino ha fallado el actor esencial, el de los Gobiernos, que deberían ser los impulsores del cambio.
La colleja de Draghi
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A todo ello se suma que el sector del automóvil está sumido en una profunda transformación, especialmente tras la pandemia y se enfrenta a su mayor reto tecnológico. Y China aprieta. Según en informe elaborado por Mario Draghi, “en el año 2000 la producción china representaba el 4% de la mundial, mientras en que 2022 ya suponía el 32%, con el vehículo eléctrico como principal elemento de progresión”. La clave para el futuro europeo en el tema de la producción de coches eléctricos pasa por tener una estrategia para el suministro estable y competitivo de las materias primas esenciales, como el litio para las baterías.
“El sector del automóvil es un ejemplo clave de la falta de planificación de la UE, que aplica una política climática sin una política industrial”, señala Draghi. Nuestro compañero David Page destaca en su análisis que el documento aplaude el objetivo de cero emisiones para 2035, que supone la futura prohibición de matricular vehículos con motores de combustión para sustituirlos por otras tecnologías (singularmente los coches eléctricos), pero critica que Bruselas no lo haya simultaneado con una gran estrategia para impulsar la fabricación de baterías y de puntos de recarga, como sí ha hecho China.
Todo el sector aplaude el escrito. Luca de Meo, CEO de Renault admite que es importante que Europa se de cuenta que debe “fomentar la innovación, reforzar la política industrial y garantizar que la descarbonización se alinee con la competitividad”. De hecho, el propio De Meo ya hizo una advertencia a los políticos en esos términos justo antes de las elecciones europeas, y parece que no han caído en saco roto.
El informe demoledor de Draghi saca la máscara a las políticas medioambientales europeas que no han tenido en cuenta a la industria ni al consumidor. La presidenta de la asociación de concesionarios españoles (Faconauto), Marta Blázquez, lo tiene claro: “La mayoría de los puntos que apunta ese informe ya se los trasladamos a Europa desde Faconauto hace meses, y es que está claro que se ha hecho mucha política ideológica, con mucho fanatismo y con pocas ideas concretas. No es que seamos más listos, si no que aplicamos el sentido común y sabemos que todas las tecnologías son necesarias para esa transición al coche eléctrico”.
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El pulso al Gobierno
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La necesidad urgente de que el coche eléctrico funcione hace que todo el mundo interpele al Gobierno. En ese sentido el presidente de Seat, Wayne Griffiths, ya ha mantenido un pulso con el Ejecutivo. Y no resultó. Griffiths presentó su dimisión como presidente de la patronal Anfac por la falta de movimiento por parte de los ministerios. Su puesto lo ocupa ahora Josep María Recasens (Renault). “Estoy decepcionado con los representantes políticos por su falta de compromiso en los últimos meses”, lamentó el presidente de Seat. “Si no se venden coches eléctricos no tiene sentido fabricarlos”, se le ha oído en más de una ocasión. La apuesta del grupo Volkswagen por la electrificación en España se cifra en cerca de 10.000 millones de euros, por lo que el equilibrio ante un mercado que no responde se antoja complicado.
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