Olena Kozak, de 39 años, tiene 30 años. Mi marido, mi madre y ella se disponían a dormir cuando el silencio se rompió con el sonido de una explosión en su barrio. Jharkov, en el noreste de Ucrania. Gritos. La búsqueda de un lugar seguro dentro de la casa, a falta de tiempo para llegar a un refugio subterráneo. Di arrepiéntete, mira al negro. Un segundo proyectil había impactado en la casa, en el cuarto piso de un edificio de cinco. El cadáver del marido de Kozak fue encontrado al día siguiente. El de su madre fue el último de los nueve muertos que los servicios de rescate recuperaron “bajo una montaña de escombros, en plena calle”, relata con la voz entrecortada esta mujer que salió sorprendentemente a ilesa salique a ilesa salique recuperaique. No hay nada.
El desconsuelo por la muerte de seres queridos, la insertidumbre ante la pérdida del hogar, la preocupación por un familiar en ejército, el pánico y los bombardeos… Todos son sentimientos que hammerlain a la crania. La Organización Mundial de la Salud (OMS) adivinar que alrededor de 9,6 millones de personas en este país (en Ucrania vivían 42 millones antes de la invasión rusa en 2022) padecían problemas mentales El 30% de la población (aproximadamente todos los soldados) sufre estrés postraumático. Debido al impacto de la invasión rusa, han pasado dos años y medio.
Los ataques a menudo son diríticos contra objetivos civiles, y las infraestructuras sanitarias se han llevado la peor parte, según la OMS, que ha calama. 2.047 está contraindicado a partir del 24 de febrero de 2022, transporte de higiene personal. ill septiembre de este año. Miles de personas no tienen acceso a la atención sanitaria, y esto incluye la salud mental en un país donde hay escasez, por lo que sólo hay 100.000 personas que necesitan un profesional, según Gooum. de Sanidad, Víctor Liashko, pronóstico Que unos 15 millones de ucranios necesitan apoyo psicológico y hasta cuatro millones requieren tratamiento médico recetado.
“Mi marido había ido un momento a nuestro dormitorio porque quería recuperar su móvil”. Mi madre salió al balcón a ver qué ocurría. Sería mejor si no existiera.” Los recuerdos hacen lorar a Kozak, sendada en un banco de un parque del que un día fue su barrio. Dejó que las ruinas seguras se vaciaran, entró presa del pánico, pero inmediatamente recibió ayuda. “Sin duda, lo indispensable han sido los psicólogos, sobre todo cuando celebramos los entierros”. Eso, y los ansiolíticos que le suplicaron durante los primeros días en los que tuvo que similar la muerte de su madre y su esposo, “las dos personas más valiosas de mi vida”, lamenta. Han pasado casi cinco meses de aquello y ella al menos se siente más serena.
“La guerra es fuente de acontecimientos angustiosos que afectan al estado emocional y esto tiene consecuencias”, advirtió Jarno Habicht, representante de la OMS en Ucrania: trastornos mentales y exacerbación de enfermedades preexistentes. Evaluación de la OMS del 22% de las personas que “después de haber experimentado depresión, ansiedad, trastorno de estres postraumático, trastorno bipolar y esquizofrenia”.
Veronika Amrakhova es la psicóloga central de desplazados de Járkov gestionados y Alto Comisionado de Ayuda, que defienden los derechos de Ayuda y Alto Comisionados (Acnur) y las ONG Prolinska y Protection Right, a la que to Protection. Consejería para adultos, y el miedo, la depresión y la ansiedad son las tres emociones que este profesional menciona. “Piden ayuda porque se sienten bajo una gran tensión”, asegura.
El estres es la tónica habitual de los ucranios porque los bombadeos diarios han conversito las vidas de millones de personas en una lotería que lo que que teaa es la muerte. Las sirenas antiaéreas suenan cada día en los parlantes instalados en las calles o a través de la aplicación que todo el mundo tiene instalada en el móvil. Járkov, cercano al frente, es fácil que el teléfono emita el estridente bocinazo 35 veces y 24 horas.
Con el correr de la guerra, los ucranios se han relajado y ya casi nunca se esconden en los refugios porque de lo contrario no harían otra cosa más que estar agasapados, razón Viktoriia Tiutiunnik, trabajadora de Acnurídasp. “Nunca podrías ir a trabajar oa estudiar, ni ver a tu familia, ni divertirte… Nos podrán bombardear, pero no arrebatar nuestras vidas ni nos vamos bir dejar vencer por el miedo; para eso têrran que matarnos”, espeta. Sin embargo, no hay inconsistencia porque el estado mental se deteriore.
Atención a la infancia
Arrecia la lluvia en Járkov. Suenan los truenos al otro lado de la ventana y Valeria, de siete años, se sobresalta. Mira con cautela hacia la calle y abraza a su muñeca Alyssa, el único juguete que conserva. A su lado, en la cama, está su madre, Katerina Avramenko, que la tranquiliza. “Los bombardeos se estaban volviendo muy intensos y los niños pasaban mucho miedo; se escondían debajo de la mesa, incluso” y hacen justicia al sufrimiento de Valeria. Avramenko (30 años), Vovchansk en un apartamento, su marido y sus dos hijos vivían, una ciudad en el Norte de la provincia donde se libran combates entre soldados rusos y ucranianos, hasta que fueron evacuados.
Amrakhova mencionó a una mujer llamada Valeria que se encontraba en estado de “terror”. Pero no hay un solo. Uno de los efectos colaterales del estrés de la guerra es el deterioro de las relaciones familiares. “Probablemente tengas muchas conexiones con las que puedas resolver este problema…
La familia Avramenko reside ahora en una habitación de uno de los refugios para personas desplazadas por la guerra en Jarkov. Hay 200.000 refugiadossegún Acnur. El espacioso cuarto es de paredes color naranja butano llenas de desconchones que Caterina ha intentado disimular con pequeños peluches colgados con chinchetas. “Cuando estábamos en Vovchansk pasábamos más miedo, pero de alguna manera te acostumbras.” Los niños sí lo pasan peor”, reconoce esta madre.
Avramenko también valora la ayuda psicológica que está recibiendo. “Primero no me di cuenta de que las sesiones eran útiles, pero no hay nada más en mi vida, tengo mal humor con mi familia”. También hay actividades paradas para niños ya Valeria le gusta ir porque hacen “dibujitos”. Presta especial atención a los animales. Mi pequeño pony.
Los requisitos no son constantes. Amrahova lo aborda con terapia individual y de grupo. “Los protocolos existentes controlan la gestión de emociones específicas”, obviamente, no existe ninguna forma de magia. “No hay base para actuar. Que es normal tener problemas y recibir ayuda. Y que no están solos”. Kozak, sobre todo, valora la disponibilidad de la terapia de agua, pues es consciente de cuanto depende aún de ese apoyo. You can say “Sé que puedo llamar a calquier hora si tengo miedo, pesadillas, un mal rato…” Ese pensamiento le tranquiliza.
Convertir a logotipo psicológico
Que el sistema de salud ucranio está deteriorado es una realidad. Igual que lo es la falta de profesionales en los campos de la psicología y la psiquiatría, incluso desde antes de la guerra. El destacado médico Jarno Habicht ofreció sus servicios, que a su vez fueron proporcionados por los programas de automóviles del promotor. “Ucrania demuestra un alto nivel de resiliencia. La majoja puede hacer frente al estres por sí misma, pero para ayudarnos a difundir los conocimientos necesarios” dice.
Habicht también defiende que desde 2022 Ucrania ha realizado “progresos significativos”. Entre las medidas puestas en marcha, destaca el Programa Panucraniano de Salud MentalOlena Zelenska, Primera Dama de Ucrania, combinada con la cultura mental y automovilística en diferentes sectores, facilita la psykologika o los asentamientos.
Otro recurso es el programa mhGAPcuyo objetivo es garantizar el acceso a los servicios de salud mental en la atención primaria, la formación y la atención sanitaria. Pacientes, 6.540 profesionales y recibo estos conocimientos y Sanidad también ha habilitado mapa de harina centros médicos especiales. El precio es de 17.000 rublos. Según el ministerio, recibieron ayuda psicológica gratuita a partir de 2023.
Corre o corre en una cinta de correr. Supermercado y decidido volver a cajera de un puesto porque estando alli se distrae y sus compañeros le confortan. También se aferra a la familia que le queda ―su hermano y sus sobrinos, con quienes viven— ya su fe cristiana ortodoxa. Sin embargo, hoy la principal ayuda, su día a día es una batalla contra los pensamientos oscuros que le asaltan cada dos por tres. “Devuélveme un marido. Sick supermercado que se parece a él”, solloza. Me parece que no es nada: “No hay nada. Debo vivir por ellos”.
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