¿Realmente existen cambios en la salud mental de las mujeres en esta etapa?
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La respuesta es SÍ y vamos a empezar definiendo términos que nos pueden ayudar a entender por qué esta afirmación es tan categórica.
¿Qué es la salud mental en la menopausia?
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La salud mental no es simplemente la ausencia de enfermedad mental, sino que se trata de un bienestar mental y emocional que nos permite abordar los cambios físicos de esta etapa con una percepción de competencia y autonomía suficientes en el desarrollo personal y socioeconómico de la mujer. La Organización Mundial de la Salud incide en que la salud mental es un derecho de los seres humanos.
Y, por otro lado, la menopausia es el tiempo en el que durante más de un año no tenemos la regla; al proceso de intervalo lo llamamos perimenopausia. O sea, que la menopausia simplemente es la ausencia de la menstruación, aunque la construcción social y psicológica que gira alrededor de esta palabra sea mucho más potente y trascendente para las mujeres.
Existen tres factores que influyen de forma determinante. Los más conocidos son los hormonales, porque llevamos toda la vida escuchándolo de alguna u otra forma: la realidad es que las hormonas sexuales en la etapa de la periomenopausia afectan al estado de ánimo de diversas maneras, pero no solo es la cuestión química; a esta parte le añadimos las condiciones psicosociales de la mujer y ya tenemos el combo perfecto, por lo que entre el 30% de las mujeres sufren depresión en esta etapa, pero no es lo único.
“¡Se me olvidan las cosas!”
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La sintomatología más habitual, como ya hemos dicho, es la depresión. Es cierto que hay más posibilidades de que ésta aparezca si ya ha habido historial previo depresivo y si la etapa de perimenopausia se alarga demasiado. También pueden aparecer, pero en menor medida, problemas ansiosos, sobre todo en la fase previa a la menopausia debido al lógico miedo al cambio. Otro clásico síntoma son los despistes. Una amiga me contaba hace poco que le pasaban constantemente: “Emma: soy mi madre” me decía entre risas, pero con cierta preocupación. Los problemas de memoria, dificultad para encontrar las palabras que quieres decir o el efecto punta de la lengua, lagunas mentales, etc. sí están relacionados con la disminución de las hormonas, en concreto de los estrógenos. Incluso se ha llegado a diagnosticar, en casos extremos y de forma errónea, enfermedad de Alzhéimer.
Problemas de sueño
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El porcentaje en este caso es bastante alto. Más del 40% de las mujeres manifiestan problemas de insomnio, y en algunos casos los famosos “sofocos” pueden aparecer durante el sueño, acompañados de sudores nocturnos. Obviamente, si no duermo bien ni pienso ni vivo bien. No está claro el origen hormonal de este problema, parece una mezcla de todo, pero lo que sí lo está es que sucede y que genera malestar.
Cambios de humor
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Si estás leyendo esto y te ha pasado, sabes a qué me refiero. A veces, esta montaña rusa hormonal nos provoca cambios emocionales repentinos, ataques de ira o llanto y reacciones impredecibles hacia los demás, cuando en un estado “normal” nuestras reacciones serían mucho más controladas. Las oscilaciones entre felicidad y tristeza en poco tiempo también son habituales durante este periodo.
Fatiga y baja autoestima
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La fatiga no solo es física. El cansancio emocional afecta a nuestra capacidad de abordar el día a día de forma positiva. Y se suma, en muchos casos, a otra cadena de síntomas ligados a los cambios físicos. La pérdida de masa muscular, el posible aumento de peso y/o redistribución grasa, la fragilidad de los huesos, con el mayor riesgo de fracturas, entre otros, nos provocan una caída libre hacia nuestra percepción de nosotras mismas. Se estudia a nivel psicosocial la pérdida de identidad asociada con la juventud y el atractivo físico de las mujeres, aunque esto claramente es un problema cultural que debemos ir solucionando con mayor información y un enfoque feminista.
En nuestra próxima entrega profundizaremos en este tema de una forma positiva y esperanzadora, y os presentaremos todos los tratamientos, atenciones, hábitos y autocuidados para que estos síntomas sean los mínimos o ni siquiera aparezcan.
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Gracias por este ratito, placeres, y nos leemos y escuchamos como siempre en www.saludplacer.com.
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