La historia está llena de pliegues. La de José Luis Ábalos, por ejemplo: el diputado valenciano que condujo a Pedro Sánchez a la Secretaría General del partido, el que defendió su candidatura en la moción de censura que tumbó a Mariano Rajoy y lo elevó a la Moncloa; también el que ha acabado suspendido de militancia y expulsado al grupo mixto, tiene ahora en su mano, en la mano con la que vota, una parte importante del futuro del proyecto socialista en este curso que comienza.
El exministro y diputado valenciano tiene un cabreo mayúsculo. Este mes de agosto, en medio de la astenia y el ruido por la amnistía y el concierto fiscal catalanes, ha vuelto a verse bajo de los focos al ser señalado de manera inesperada por su excompañero y actual titular de Transportes, Óscar Puente, a través de un demoledor informe sobre la compra de mascarillas en su ministerio durante la pandemia.
La auditoría, aireada por el propio ministro en una comparecencia en el Senado el pasado viernes, fue encargada por el Ministerio de Transportes para analizar los dos contratos de compra de mascarillas adjudicados a la empresa Sociedad de Gestión, y deja mal parado a Ábalos. Destaca que se amplió la cantidad de mascarillas de 4 a 8 millones de unidades en 38 minutos cuando ya se había firmado la primera orden ministerial del 20 de marzo de 2020.
“El único dato obrante en el marco de la auditoría en relación con dicha duplicación es que la empresa ofrecía 8 millones o nada”, indica el documento publicado el pasado viernes por el Ministerio, tras la comparecencia de Puente, donde anunció también el cese de dos altos cargos y explicó que se han hallado graves deficiencias en la adjudicación a la empresa del caso Koldo, exasesor de Ábalos, una trama que ya está siendo investigada en los tribunales.
Cordón sanitario
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El entorno de Ábalos, y otras voces dentro del partido, interpretan este movimiento como el establecimiento de un cordón sanitario sobre el exministro. El cabreo del diputado es mayúsculo y no lo esconde. De hecho, lo ha aireado en las últimas horas en diferentes televisiones y diarios madrileños. El exministro ha señalado que “no hay precedentes“; que no ha tenido ocasión de defenderse, que es “una investigación paralela y subjetiva que no tiene sentido ni precedentes en España contra alguien de un mismo partido político”; pregunta que por qué no se realizan esas auditorías en otros ministerios, y pide auditar también la gestión del propio Óscar Puente.
Y como en política lo personal también es política, emergen ahora las consecuencias que puede tener este enfado en el volcánico curso político que arranca. Porque Ábalos, -con el que Levante-EMV trató de contactar, sin éxito-, también afirma que su compromiso con el partido toca a su fin, y que a partir de ahora votará “en conciencia” en cada proyecto que llegue al Congreso.
Preocupación en el grupo
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La preocupación es patente en el grupo socialista en el Congreso, aunque todavía no se ha retomado la actividad. A la compleja geometría variable del actual Parlamento, donde el PSOE debe alienar intereses territoriales e ideológicos dispares en cada votación, se suma ahora el diputado valenciano como ‘verso suelto’. “Votaré en conciencia”, ha advertido Ábalos, preguntado entre otros asuntos por el concierto catalán, visto como un agravio también dentro de las filas socialistas, y que contrasta con la infrafinanción que sufre, por ejemplo, la Comunidad Valenciana, circunscripción por la que Ábalos tiene su escaño como diputado por Valencia.
Actitud seguidista
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“Veo complicado que vote en contra de unos presupuestos o una ley para tumbar a un Gobierno”, dice uno de los compañeros de escaño hasta hace unos meses. Su apoyo sería decisivo si ante una abstención de Junts se generase un empate entre PP, Vox y UPN y las que sostienen al Gobierno, incluyendo a Coalición Canaria. También podría desempatar en el caso del concierto catalán si Junts vota a favor e hipotéticamente los dos diputados de Compromís lo rechazaran.
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Ábalos, mientras tanto, ha visibilizado su cambio de talante respecto a la disciplina de voto. “El compromiso con el programa electoral sigue en pie. Lo que he dicho es que no voy a tener una actitud seguidista como hasta ahora”, advertía en Cuatro, dolido con lo que considera un “juicio sumarísimo” desde el ministerio que presidía.
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