Hay camiones para mesitas de noche.

Hay camiones para mesitas de noche.

A muchos políticos españoles les han dedicado libros, hagiografías e incluso afiladas investigaciones periodísticas. Pocos muy pocos pueden presumir, además, de tener una canción. A Felipe González, Krahe le cantaba aquello de “cuervo ingenuo”. A Eduardo Zaplana Hernández-Soro, los valencianos de Señor Mostaza le sacaron otro azote irónico: “Mi ídolo de la democracia”. En él se cantaba: “Un fraude, pero simpático”. A Luis Prado le bastaron cuatro palabras en 2008, antes incluso de la Gürtelpara desnudar al estratega infalible, al dirigente que anticipó desde Mestalla el tsunami electoral del centroderecha español, al ilusionista que sobrevivió a varios casos de corrupción, sumarios, minutos de grabaciones, al halo de sospecha permanente que acompañó durante décadas a quien vio acabar en prisión en sus más estrechos colaboradores, pero se había librado de todo. Había humo, pero nadie encontraba el fuego. Hasta este martes, 15 de octubre de 2024, final en diferido de un régimen político.